Investigadores del ICAyCC discuten alianza climática México – EUA, en medio de la disputa energética por el T-MEC

Atmósfera sin Fronteras

Un aspecto crucial para que se haga realidad esta propuesta de colaboración es la capacidad de trabajo diplomático entre ambas naciones y el financiamiento que podría brindar Estados Unidos para llevar a cabo las recomendaciones


Por Ivan E. Ortiz (Becario UVICC-ICAyCC) | Atmósfera sin fronteras

En medio de la disputa entre México y Estados Unidos —donde el país vecino del norte denuncia que la política energética del presidente López Obradror viola al T-MEC— investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM discutieron el pasado 29 de julio una propuesta de colaboración entre ambos países para articular una agenda en común frente a la crisis climática. Esta iniciativa, elaborada por diplomáticos, académicos y expertos en cambio climático y energía de ambas naciones, requiere de voluntad política, financiamiento suficiente e investigación científica para llevarse a cabo, concluyen científicos del ICAyCC.  

“Es un documento fundamental en este momento, donde pasamos por un contexto complicado. Y es más importante pasar a grupos de trabajo donde podamos aterrizar e impulsar estas propuestas ”, comentó por su parte Francisco Estrada, coordinador del Programa Institucional de Cambio Climático (PINCC) de la UNAM, durante la mesa “Hacia una agenda compartida”. “Motivan estas recomendaciones a ambos países porque ponen el énfasis en aquello donde se puede avanzar entre México y Estados Unidos,” expresó Jorge Zavala, investigador y director del ICAyCC.

Una alianza climática en medio del conflicto energético

El pasado primero de junio, el Centro de Estudios México – Estados Unidos, el Tecnológico de Monterrey, el Instituto Brookings y el Instituto de las Américas publicaron el reporte “Propuesta de colaboración México – Estados Unidos en Cambio Climático: Hacia una agenda compartida”. El documento, producto  de un año de estudio, analiza las políticas energéticas de ambas naciones e identifica cinco rubros donde puede construirse una cooperación binacional exitosa y realista.

  • Reducir las emisiones de metano y carbono negro, al fortalecer las normas ambientales que regulan estos gases de efecto invernadero y colaborar en el monitoreo de éstos.

  • Mejorar la eficiencia energética en transporte, edificios y la industria, tras fortalecer el monitoreo y aplicación de regulaciones y la transferencia de tecnología.

  • Implementar la Estrategia Nacional de Adaptación Climática de México. Ambas naciones discutirían el apoyo técnico y el financiamiento de Estados Unidos para asegurar que esas estrategias se lleven a cabo.

  • Definir una estrategia binacional de financiamiento para que México cumpla el Acuerdo de París, enfocada en desarrollar energías renovables, la utilización de litio y vehículos eléctricos, la certificación de proyectos y préstamos verdes; para que México sea un país atractivo para inversionistas.

  • Mediante la cooperación binacional, lograr que México transicione a las energías renovables. Se financiarían proyectos de generación y transmisión de energía renovable —donde la CFE mantenga la propiedad— a través de bonos verdes, el apoyo de Estados Unidos y fuentes privadas.

Seguir estas recomendaciones, centradas en la asistencia técnica y financiera que EUA podría prestar a México, ayudaría a ambos países a cumplir sus metas de adaptación y mitigación climática, incluyendo sus compromisos del Acuerdo de París, afirman los autores del informe.

Sin embargo, la proposición de una alianza climática con el vecino del norte contrasta con su actual desacuerdo por la política energética de la autonombrada Cuarta Transformación. El pasado 20 de julio, Washington solicitó una consulta formal, acusando que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha violado diversas disposiciones del acuerdo comercial T-MEC, en relación al petróleo y energía. 

La supuesta violación al T-MEC consiste en un trato preferencial del gobierno mexicano hacia PEMEX y la CFE sobre competidores privados; así como un actuar imparcial por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE); las cuales han perjudicado a las empresas estadounidenses del sector energético. Por el contrario, el presidente López Obrador en su conferencia matutina del pasado 28 de julio, aseguró que la política energética del país no contraviene el T-MEC y reiteró que México no cederá su soberanía energética ni tampoco habrá ruptura en el acuerdo. 

Se podría llegar a una posible conciliación hasta el 3 de octubre. En caso de no llegar a un acuerdo, se iniciaría un panel de controversias donde el peor escenario final es una imposición de aranceles a México, que pueden ascender hasta los 30 mil millones de pesos.

“Todavía estamos en un momento muy previo, para vislumbrar un desenlace”, comentó al respecto Miguel Ruiz Cabañas, comisionado de la Iniciativa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y autor del Informe. El embajador considera que se llegara a un acuerdo, pues las posibles afectaciones pueden ser muy grandes. 

Para Franciso Estrada, la soberanía energética necesariamente tiene que partir de una transición energética hacia las energías renovables. “Hay que alejarse de los falsos dilemas. Este dilema de “Si hacemos esto podemos afectar la soberanía energética del país”, es una falacia. Si uno se quiere entercar en que la soberanía nacional depende de combustibles fósiles, eso no durará más de 10 o 15 años”, afirmó el también investigador del ICAyCC durante el evento. 

“La soberanía la da el conocimiento y la capacidad de resistirse a todo intento de engaño que provenga del exterior. Entonces, la soberanía la tiene que dar la educación, la preparación y el ingenio. Y la solución al cambio climático no es una solución técnica; sino integrada con otras áreas, como las sociales“, comentó por su parte Carlos Gay, investigador del ICAyCC. 

“México y el sector privado deben entenderse. En este momento, el gobierno mexicano está dispuesto a contar solamente con el sector público. El presidente dice que para proyectos de energías renovables, CFE debe tener la mayoría de intereses. Eso será difícil, pues no sabemos si el sector privado va a invertir con esa condición”, explicó John McNeece, investigador del Centro de Estudios México – Estados Unidos.

Voluntad política, financiamiento suficiente e investigación científica, necesarias para alianza

Un aspecto crucial para que se haga realidad esta propuesta de colaboración es la capacidad de trabajo diplomático entre ambas naciones y el financiamiento que podría brindar Estados Unidos para llevar a cabo las recomendaciones. “Estamos en contacto con su la Oficina de John Kerry y él ha tenido dificultades para encontrar las personas y dependencias para establecer vínculos de colaboración en México”, comentó al respecto John McNeece. 

Respecto al financiamiento, el pasado 7 de agosto el Senado de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley del presidente Joe Biden, ya aprobado en el Congreso, que contempla un paquete de 369 mil millones de dólares en incentivos fiscales para impulsar energías verdes durante los próximos 10 años, así como para financiar la compra de vehículos eléctricos y la mejora de la eficiencia energética en los hogares estadounidenses.

“Tenemos que aprovechar esta coyuntura y necesitamos más investigación, ahondar en los temas que ya identificamos. Los invitamos a que se sumen a nuestros esfuerzos,” afirmó al respecto Rafael Fernández, Director del Centro de Estudios México – Estados Unidos.

La aprobación de la ley climática estadounidense puede permitir a su presidente, Joe Biden, cumplir con sus promesas climáticas “Se está abriendo la oportunidad para que una gran parte, no todo, del Plan Climático de Joe Biden se lleve a cabo”, comentó al respecto el director del Instituto de las Américas y autor del informe, Richard Kiy.

No obstante, este Plan B del gobierno estadounidense dista mucho del Plan Climático que originalmente Joe Biden se comprometió al arranque de su administración. El mandatario prometió al inicio de gobierno reducir las emisiones de Estados Unidos, el país de mayores emisiones de CO2 per cápita de todo el mundo, a la mitad para el año 2030 y una inversión de 2 billones de dólares para llevarlo a cabo. La iniciativa no pasó en el congreso estadounidense.

“Todas estas recomendaciones son una cuestión de voluntad política y de financiamiento; pero ¿cuáles son las preguntas sobre Ciencia que debemos hacernos?”, reflexionó por su parte Amparo Martínez, investigadora del ICAyCC y moderadora de la mesa.

“Hay que reflexionar cómo es la trayectoria para llegar a cero emisiones; pero también cuidando nuestro medio ambiente, nuestra independencia y soberanía energética y, sobre todo, sin generar más desigualdad; sino con un nuevo modelo de desarrollo. Y la investigación juega un papel clave para eso”, afirmó Jorge Zavala

“Pensamos que tenemos toda la información necesaria para adaptarnos; pero no es así. El instrumento más importante que tenemos es el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, un documento importante; pero altamente insuficiente”, señaló Estrada, argumentó que el Atlas no cuenta con las suficientes consideraciones para estimar un riesgo real a nivel municipal ni tampoco son suficientes los recursos humanos para llenar esa falta de investigación científica. 

“Tenemos en el Sistema Nacional de Investigadores 30 mil científicos para todas las áreas. ¿De esos 30 mil cuántos de ellos investigan el cambio climático? Una fracción mínima. Y esa fracción tiene que responder en todas las áreas urgentes.” Y enfatizó l “Tiene que haber una consistencia entre la política energética con la política climática con la política científica”.