- La contaminación atmosférica se refiere a la presencia de contaminantes en el aire, en cualquiera de sus estados (líquido, sólido o gaseoso) y que pueden ocasionar un riesgo a la salud, daños o molestias para los seres vivos y los ecosistemas que están expuestos a ellos.
Irene Romero Nájera | El faro – C.I.C.
En últimas fechas, las condiciones de la calidad del aire en la zona metropolitana del Valle de México han sido en extremo críticas, hasta el grado que impiden efectuar actividades al aire libre. Esta calidad se ha visto mermada sobre todo por las emisiones atmosféricas, pero ¿qué son esas emisiones que afectan la salud?
La atmósfera es una capa que rodea la Tierra y en ella se encuentran principalmente gases como oxígeno, nitrógeno, argón, dióxido de carbono y vapor de agua, así como partículas y combinaciones con otros gases que nos protegen de los rayos del Sol, a través de la capa de ozono. En otras funciones tenemos que actúa como una manta que nos cubre de los extremos de temperatura, por lo que está involucrada en la regulación del clima. Además, participa en los movimientos de masas de aire frío y caliente que afecta las corrientes oceánicas y en el ciclo hidrológico, mediante el transporte de vapor de agua que se verterá en forma de lluvia. Así como hay gases y partículas benéficas, tenemos también aquellas que se consideran contaminantes, incluso algunas de las que está formada la atmósfera, ya que, si se concentran en grandes cantidades, pueden modificar su función natural y volverse en nuestra contra.
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “emitir” significa arrojar, exhalar o echar algo hacia afuera. En el caso de las emisiones atmosféricas, se trata de aquellas descargas de sustancias, partículas o formas de energía que van a dar a la atmósfera y cuyas fuentes pueden ser de origen natural o derivadas de actividades humanas. La mayoría de estas emisiones producen contaminación atmosférica y las hay de diferentes tipos:
- Las provenientes de fuentes móviles, como los vehículos, que emiten dióxido y monóxido de carbono, hidrocarburos, óxidos de nitrógeno, partículas de hollín, ozono, etc.
- Las de fuentes fijas, como las industrias, hogares, vertederos o actividades agrícolas, que también emiten bióxido de carbono, hidrocarburos, óxidos de nitrógeno y hollín, además de bióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, metales pesados, clorofluorocarbonos y metano.
- Las derivadas de la producción de energía, como las centrales termoeléctricas, que emiten bióxido de carbono, partículas atmosféricas, metales pesados (como el mercurio), óxidos de azufre y de nitrógeno, así como elementos derivados de otras clases de energía, como la radiactiva, electromagnética y acústica.
Contaminantes atmosféricos
La contaminación atmosférica se refiere a la presencia de contaminantes en el aire, en cualquiera de sus estados (líquido, sólido o gaseoso) y que pueden ocasionar un riesgo a la salud, daños o molestias para los seres vivos y los ecosistemas que están expuestos a ellos. Algunos ejemplos son la aparición de olores, de ruido y de enfermedades, que merman la calidad de vida y que alteran el equilibrio de los procesos naturales que se realizan en el ambiente. El origen de estos contaminantes puede ser primario, que es cuando las partículas se emiten directamente a la atmósfera, ya sea de manera natural (polvo, partículas del suelo, partículas marinas, esporas, polen) o como consecuencia de actividades humanas (combustión de gasolina, diésel o gas en los vehículos, procesos industriales, calefacción, construcción, plantas de energía). En tanto que el origen secundario es cuando se producen como resultado de las reacciones químicas a partir de gases precursores, como los óxidos de azufre y de nitrógeno, amoniaco y compuestos orgánicos volátiles, principalmente.

Por otro lado, a las partículas que se encuentran suspendidas en la atmósfera, se les puede clasificar de acuerdo con su tamaño en: 1) partículas suspendidas totales (PST), cuyo diámetro es de hasta 100 micras; 2) inhalables o respirables (PM10), cuyo diámetro es menor a 10 micras; 3) finas (PM2.5) con un diámetro menor a 2.5 micras; y 4) ultrafinas (PM1) con un diámetro menor a una micra. Las partículas de polvo que son transportadas por el viento pueden, además, venir acompañadas de sustancias tóxicas como bifenilos, ozono, plaguicidas, monóxido de carbono y muchas más, que se sabe provocan irritación en los ojos y garganta, enfermedades respiratorias, mortalidad prematura, etc.

En el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM trabaja la Dra. Claudia Inés Rivera Cárdenas, quien tiene artículos publicados sobre este tema.
Dentro de sus líneas de investigación están el estudio de la composición química de la atmósfera, así como la identificación, cuantificación y recuperación de gases atmosféricos.
Investigaciones sobre emisiones atmosféricas
En uno de sus estudios se analizó la formación del gas formaldehído en dos regiones del país (Oaxaca y Veracruz), donde tienen lugar importantes actividades agrícolas. El formaldehído es uno de los compuestos más abundantes en la troposfera (capa de la atmósfera más próxima a la superficie terrestre), cuyas emisiones provienen de la quema de biomasa, de combustibles fósiles y de gas natural, así como de actividades agrícolas, entre otras. La relevancia de investigar al formaldehído —tanto en los procesos en los que está involucrado, como en su formación y liberación a la atmósfera—, radica en que se le ha asociado con mutaciones genéticas y como uno de los precursores de cáncer en los humanos. Como resultado del estudio, se obtuvo que las emisiones de óxidos de nitrógeno derivados de actividades agrícolas se asociaron con la formación de formaldehído en ambas regiones.
En otro caso, relacionado con las emisiones de dióxido de azufre y de dióxido de nitrógeno, provenientes de tres plantas de energía eléctrica en Baja California Sur, se sabe que la manera en la que se obtiene dicha energía es a través de la quema de aceite de baja calidad, de la cual se libera azufre al ambiente. La fase gaseosa, tanto del nitrógeno como del azufre, se consideran contaminantes atmosféricos responsables de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Es importante hacer monitoreos a largo plazo en estas y otras plantas de energía del país, ya que ellas contribuyen de manera negativa a la calidad del aire que respiramos.
Finalmente, en un estudio más, donde la Dra. Rivera y sus colaboradores midieron las emisiones de dióxido de nitrógeno provenientes del Valle de Toluca, encontraron que gran parte de la contaminación atmosférica (que se traduce en calidad del aire) en la Ciudad de México proviene de este valle. La ciudad de Toluca se caracteriza por un crecimiento poblacional; en ella hay diversas actividades industriales, además de que se encuentra ubicado un aeropuerto internacional, que junto con el de la Ciudad de México, brinda un servicio aéreo constante. La cercanía de Toluca con la Ciudad de México hace que sea relevante caracterizar y cuantificar los contaminantes que allí se producen, así como los mecanismos que los están transportando a la capital del país.
¿Qué pasa cuando las partículas entran a nuestro cuerpo?
Al revisar los elementos contaminantes que se acumulan en la atmósfera, la pregunta es ¿por qué afectan la salud?

La respuesta obvia sería que porque al ingresar junto con el oxígeno al sistema respiratorio, irán a dar a los pulmones y allí podrán causar afecciones respiratorias. Cada vez que hay una nata suspendida en la Ciudad de México, con la que no podemos ver las montañas ni siquiera los edificios de enfrente, es una señal para pensar si de verdad tenemos que salir de casa, ya que los contaminantes que afectan la calidad del aire nos pueden provocar alergias, congestión nasal, dolores de cabeza, por mencionar algunas de las afecciones menos graves.

Sin embargo, en estudios recientes se ha visto que esas partículas no solo se quedan en el sistema respiratorio, sino que si son lo suficientemente pequeñas (menos de 10 micras de diámetro), pueden ingresar al torrente sanguíneo y afectar a otros órganos. Algunas de estas partículas finas, al llegar al ojo, pueden deteriorar la visión; cuando se alojan en el corazón o en los pulmones podrían provocar asma, infartos y, en casos graves, hasta la muerte. En el aparato reproductivo se ha reportado que pueden causar infertilidad o nacimientos prematuros.
Por otro lado, si hablamos del daño que causan al ambiente, al instalarse en el suelo o en lagos y arroyos, pueden provocar que el agua se vuelva ácida y se cambie el balance de los nutrientes, tanto en los ecosistemas terrestres como acuáticos. Además, la interacción entre materiales produce corrosión que causa daños a las plantas, como las que se cultivan para consumo agrícola y las que se utilizan para la silvicultura. A gran escala, al ser transportadas por el viento, pueden viajar largas distancias e incluso afectar el ciclo del agua en el que, en distintas temporadas del año, se presente el fenómeno de la lluvia ácida. Por si fuera poco, las emisiones de gases con efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano, óxidos de nitrógeno y el ozono, contribuyen al cambio climático global.
Vía: El faro C.I.C. REGRESAR