Una perspectiva de género en el proceso de migración y cambio climático

Amparo Martínez Arroyo

Por Sandra Vázquez Quiroz | El Faro – CIC

Se han recorrido más de dos décadas del siglo XXI entre brechas de desigualdad que no cierran y, por el contrario, se hacen más amplias. Dos de ellas, cuyas condiciones se agravan ante los cambios climáticos y ambientales, han sido recientemente incorporadas a las agendas de discusión multilateral sobre el cambio climático: la migración por motivos ambientales y la desigualdad de género.

Recientemente, la Dra. Amparo Martínez Arroyo, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, abordó estos temas junto a colegas de las Universidades de Toronto y Harvard, en el coloquio internacional “¿Desplazadas por el Cambio Climático? Planeación Proactiva en América del Norte”, organizado por CAMEUS, un grupo conformado por la Federación Mexicana de Universitarias, Women Graduates de Estados Unidos y la Federation of University Women de Canadá.

La migración y el cambio climático

La científica mexicana y ex titular del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático recordó que desde su origen el poblamiento de América surgió a partir de migraciones desde Asia, las cuales fueron favorecidas e impulsadas por cambios en las condiciones climáticas. La modificación de las condiciones ambientales permitió diferentes rutas migratorias. Posteriormente, en la historia de México, Estados Unidos y Canadá ha habido desplazamientos de población a lo largo y ancho de sus territorios, que se han producido por diferentes motivos, tanto de sur a norte, como de norte a sur.

Además, se suma la migración laboral temporal o semipermanente, que ha sido parte importante de los medios de vida, principalmente para las zonas rurales de México, aunque indicó que hasta ahora hay evidencia limitada de eventos climáticos extremos o peligros climáticos como causa de esa migración. Dio cuenta de la pobreza, vulnerabilidad y desigualdad que padecen grandes grupos de población en México, y otras partes del mundo, destacando que hay cada vez más migraciones dentro de los países y hacia otros países, relacionadas con cambio climático y deterioro ambiental y que ello impacta en la cultura y la organización social.

Los refugiados o migrantes del clima son personas que tienen que abandonar sus hogares y tierras debido a la degradación de su entorno, que está relacionado con el cambio climático. Sin embargo, recalcó, la migración no es unifactorial (salvo tal vez en las guerras). Hay situaciones añejas, como las que ocurren en México, “donde los hombres se van a trabajar al norte, y son las mujeres quienes se quedan a cargo del trabajo en el campo y del cuidado de niños y de viejos en condiciones sociales, económicas y culturales que dificultan su misión, lo que las lleva a estar en una situación de mayor vulnerabilidad en todos sentidos, ante un ambiente cambiante y eventos climáticos extremos”.

Las razones de la migración de hoy están altamente entrelazadas e influirán entre sí; lejos de constituir una categoría aislada de migrantes climáticos, es necesario comprender cómo el cambio climático está transformando la dinámica migratoria, incluida la composición de género y edad, tanto en la migración interna como hacia otros países, destaca la científica mexicana.

Aclaró que la vulnerabilidad que hay en las regiones más pobres surge no de factores climáticos, sino de razones sociales y económicas que vienen desde procesos desiguales. En un 8 de marzo está bien recordar que cuando se aumenta la vulnerabilidad se debe a muchas causas, pero si existen sectores de la población localizados frente a los cuales este problema se exacerba, se debería contar con políticas públicas para incidir y afrontar el problema directamente.

La Dra. Martínez Arroyo señaló en entrevista con El faro en línea que la desigualdad de género ha sido un tema que recientemente comenzó a tener un sitio dentro de la agenda sobre temas de discusión en cambio climático. Fue en la 20ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP20), celebrada en Lima, Perú en 2014, “en donde el tema ’género y cambio climático’ pasó de ’otros temas’ a tener un lugar con nombre y apellido en las agendas”. Destacó que a la comunidad científica le costó trabajo reconocer que el fenómeno del cambio climático también tiene una perspectiva de género.

La Dra. Amparo Martínez señala que el cambio climático no es un fenómeno puntual que llega y pega en algún sitio en particular, que es global y afecta todas las áreas de la actividad humana; no es homogéneo ni en el espacio ni en el tiempo e implica muchos retos. No hay que perder de vista que las brechas de desigualdad se hacen más amplias y se convierten en un obstáculo, socialmente hablando, para enfrentar en mejores condiciones el fenómeno del cambio climático.

Otra de las características del cambio climático es que puede presentar transformaciones abruptas. “Hay un campo dentro de las ciencias de cambio climático que trata de entender las posibilidades de ocurrencia de cambios abruptos en algunos procesos climáticos continentales, globales y regionales (llamados de baja probabilidad y alto impacto), además de detectar con más precisión las características de eventos extremos recurrentes que se han venido alterando”.

Las decisiones políticas que conllevan a cambios positivos

La experta en temas ambientales, sociales y de cambio climático destaca que en el último reporte del IPCC se determinó que el proceso de calentamiento global hace que eventos extremos como las olas de calor, las inundaciones y las sequías se den con mayor frecuencia y más intensidad que si no hubiera este proceso. “También se ha observado que las acciones concertadas a nivel internacional sí tienen un reflejo en retardar muchos de estos impactos dentro del proceso de calentamiento global”.

Recordó, por ejemplo, que gracias a los acuerdos establecidos y cumplidos dentro del Protocolo de Montreal, que entró en vigor en 1989, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, se logró reducir el uso de sustancias que también influían en el calentamiento y eso se refleja en los datos observados, un efecto que investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM contribuyeron a demostrar en artículos internacionales.

La Dra. Martínez señaló que entre 2010 y 2020 la mortalidad humana por inundaciones y sequías fue 15 veces mayor en regiones muy vulnerables, en comparación con regiones con vulnerabilidad baja.

“Esto quiere decir que la vulnerabilidad determina significativamente como las sociedades y las comunidades experimentan los impactos del cambio climático, pero la vulnerabilidad al mismo tiempo es un fenómeno multidimensional que tiene que ver con muchas cosas, no solamente con el ambiente, no solo con el cambio climático; tiene que ver con las condiciones de marginación, ubicación geográfica, los bajos ingresos, el género, la etnia o una combinación de todas estas”, precisó.

Añade que las sociedades con altos niveles de inequidad o desigualdad son menos resistentes a eventos globales, debido a que la población no está en las mismas condiciones para enfrentarlos, por lo que va a tener muchos más daños. Hizo hincapié en que estas desigualdades no son naturales, sino construcciones sociales; por tanto, se pueden y deben evitar.

“Las mujeres en el ámbito rural, en comunidades indígenas y aisladas tienen un riesgo mucho más alto ante cualquiera de los cambios en el medio ambiente, pues suele suceder que no tienen elementos de educación o información, quizás ni nutricionales, o la posibilidad de decidir cómo acondicionar un lugar para resguardarse, migrar o no, pues al no ser dueñas de nada su opinión no se toma en cuenta; de este modo, niñas y mujeres se convierten en individuos más vulnerables entre los vulnerables”, abundó.

El cambio climático, enfatizó, plantea nuevos problemas que no pueden ser enfrentados preservando las mismas condiciones de injusticia y desigualdad de una gran parte de la humanidad. Y es aquí donde movimientos como el de la igualdad de género pueden expresar toda su creatividad, con propuestas que ayuden a generar otro tipo de sociedad.

Finalmente, la Dra. Amparo Martínez Arroyo destacó que se debe elevar la discusión y el debate social en buenos términos para incorporar a las voces silenciadas y excluidas, de hombres y mujeres pobres, indígenas, jóvenes, no solo para acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, sino para modificar nuestra convivencia como seres humanos, de manera que todos tengamos la posibilidad de ayudar a construir un futuro en igualdad de condiciones.

“Estamos enfrentando, como sociedades y como países, nuevas situaciones para la humanidad que están amenazando su sobrevivencia. Por eso es importante aprender y analizar juntos los riesgos y posibles impactos para las diferentes regiones y actividades, de manera que podamos repensar nuestra forma de desarrollo socioeconómico y construir acciones más inteligentes, éticas y sostenibles para lograr un futuro mejor”, concluyó.

Fuente: El Faro – CIC