Calentamiento global: ¿influye en los huracanes?

Rosario de Lourdes Romero Centeno

Las personas en zonas costeras siempre deben estar preparadas: un solo ciclón en tierra puede causar gran devastación


Roberto Gutiérrez Alcalá | Gaceta UNAM


Ahora que ha comenzado la temporada de huracanes en México se ha vuelto a plantear la pregunta de si el calentamiento global que padece el planeta influye en la frecuencia e intensidad de estos fenómenos naturales que suelen presentarse en nuestro país desde mediados de mayo hasta el 30 de noviembre de cada año.

De acuerdo con Rosario Romero Centeno, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, y experta en el tema, esta pregunta es difícil de responder porque los cambios observados en la ocurrencia de huracanes, tanto en el Pacífico como en el Atlántico, no arrojan una señal clara que pudiera asociarse directamente al calentamiento global.

“La variabilidad de los huracanes de un año a otro es muy grande, y, por lo tanto, no resulta nada fácil atribuirla a un factor específico. Ahora bien, diversos estudios basados en modelos de pronóstico muestran que, con todo y calentamiento global, es probable que la frecuencia de los huracanes en todo el mundo permanezca sin cambios o incluso disminuya levemente”, añade.

Sin embargo, debido al incremento de la temperatura de los océanos y a una mayor capacidad de la atmósfera para contener humedad, es probable que la intensidad de los huracanes sí aumente o que durante su evolución experimenten una intensificación más rápida, o sea, que pasen de una categoría menor a una categoría mayor en poco tiempo.

“En algunas cuencas marinas, esta intensificación pudiera llegar a ser significativa. A consecuencia de los cambios asociados al calentamiento global se puede esperar también un incremento en las tasas de precipitación”, apunta Romero Centeno.

De cinco a seis en ambas cuencas

Por lo que se refiere a “La Niña”, se espera que las condiciones de esta fase fría del fenómeno climático conocido como “El Niño-Oscilación del Sur” (ENOS) prevalezcan durante la actual temporada de huracanes.

“Uno de los factores que influyen en la generación de ciclones tropicales es la llamada cizalladura vertical del viento, que consiste en el cambio brusco de la velocidad horizontal del viento con la altura. Cuando ésta es muy grande, el desarrollo vertical que se da en los huracanes no se ve favorecido; pero cuando es pequeña, sí. Esta característica se presenta durante “La Niña” en la cuenca del Atlántico, lo cual es indicativo de que puede ser una temporada activa en esa cuenca, pero no necesariamente en la del Pacífico, donde influirían otros factores. De ahí que el Servicio Meteorológico Nacional haya pronosticado que el número de huracanes de esta temporada estará ligeramente por encima del promedio histórico en la cuenca del Atlántico”, menciona la investigadora.

Es imposible saber cuántos huracanes se generarán cada año en ambas cuencas y cuántos tocarán las costas de nuestro país; a lo más que se puede aspirar es a hacer algunas estimaciones a partir del análisis de varios factores, como la temperatura del mar.

“No obstante, sí sabemos que el promedio histórico de entradas a tierra de ciclones tropicales por temporada es de cinco a seis en ambas cuencas. Muy pocos países en el mundo son afectados por huracanes que se generan en dos cuencas diferentes. México tiene esa particularidad: le tocan tanto los del Pacífico como los del Atlántico.”

En opinión de Romero Centeno, las personas que viven en las zonas costeras siempre deben estar atentas y preparadas para la llegada de un huracán, aun si se pronostica una temporada poco activa.

“No importa que nos digan que se espera una temporada activa o poco activa, ya que un solo huracán que entre a tierra puede causar una gran devastación. Así pues, independientemente de cualquier pronóstico, nunca hay que bajar la guardia.”

Asimismo, es de vital importancia tener en cuenta que no únicamente los huracanes, que pueden ser de categoría 1, 2, 3, 4 o 5, tienen la capacidad de ocasionar graves daños a la población.

“También una tormenta tropical, que es menos intensa que un huracán, e incluso una depresión tropical, que es menos intensa que una tormenta tropical en cuanto a la velocidad del viento, pueden desatar precipitaciones cuantiosas y provocar un desastre, dependiendo de su trayectoria y de las características del terreno de las regiones por donde entren”, finaliza la investigadora.

Fuente: Gaceta UNAM