El calentamiento global, inequívoco, ha convertido la isla de calor de muchas ciudades mediterráneas y de otras latitudes en un nuevo riesgo climático, cuando en el pasado se consideraba un fenómeno casi anecdótico y, a menudo, beneficioso al disminuir las necesidades de calefacción en invierno. Hoy el plus térmico que aporta la isla de calor en verano en los centros de las urbes, partiendo de una temperatura más elevada, aumenta la morbilidad y la mortalidad de las personas de edad avanzada o con enfermedades crónicas, si están, además, en condiciones de pobreza energética, por no disponer de un aparato de aire acondicionado. Del igual modo, la elevada temperatura radiante de muchas superficies urbanas en los días de verano conlleva efectos negativos para los habitantes y visitantes de las ciudades. Cada vez son más las ciudades que han habilitado refugios urbanos con el objeto de que la población encuentre unas condiciones ambientales adecuadas para pasar las horas más calurosas del día a resguardo. En la sesión se presentarán investigaciones sobre la isla de calor y el exceso de calor diurno en las ciudades, así como algunos proyectos y actuaciones para «refrescar» los centros urbanos, que constituyen ejemplos de adaptación al cambio climático.